Cada semana, en nuestro taller de Mindfulness, creamos un espacio de encuentro único. Nuestras familias disfrutan de unos momentos en los que no solo aprenden a ser plenamente conscientes, sino que disfrutan de la relación paterno-filial que el quehacer diario dificulta.
Sin duda, las palabras que resumen nuestra cuarta sesión, se pueden sintetizar en esa imagen. A veces, absortos por el estrés cotidiano no prestamos la suficiente atención a lo verdaderamente importante y descuidamos las relaciones afectivas con los nuestros. Envueltos en una ansiedad permanente, focalizamos nuestra atención en los «deberes» y no dedicamos un tiempo para, simplemente, disfrutar de un abrazo, unas caricias en la espalda o una conversación acerca de cómo ha ido el día en el cole o cómo nos sentimos.
En nuestras sesiones de Mindfulness no solo potenciamos las relaciones familiares si no que favorecemos la relación de los niños con sus iguales en un espacio lúdico y distendido.
Es maravilloso ver como se favorece una comunicación respetuosa entre las familias, basada en la escucha activa y el respeto por el turno de la palabra.